martes, 12 de abril de 2016

HABLÓ EL PADRE, LLENO DE AMOR Y ESPERANZA

          “Este es el día en que actuó el Señor” Aleluya, Aleluya; es una realidad para nosotros lo que expresa este salmo 117 y no nos queda más que unirnos a lo que el salmista constata. Un día como hoy, primero de dolor y sufrimiento, de angustia y desesperación porque se han derrumbado todas nuestras ilusiones, nuestra mayor esperanza ha muerto y la naturaleza entera lo percibe, sólo queda el silencio; ahora sabemos y comprendemos lo que Dios Padre ha hecho, su silencio es una protesta a este vil asesinato, habló con su silencio.
            La celebración de hoy, inicia a las 7 de la noche, con la solemne procesión con el fuego. Desde un lugar conocido como la Cuchilla, se parte en procesión hasta el templo, con cuatro antorchas que representan a los cuatro sectores  que la parroquia atiende. Al llegar al templo, en el costado derecho de la entrada principal, por el estacionamiento; se tiene preparada la fogata. A las 8 pm inicia entonces el rito de bendición del fuego y con ello se da comienzo a la Solemne Vigila de este día.
          El día de la gran Vigilia, los muchachos de ANCLA  han preparado un acto para destacar el momento de la resurrección. Antes de llenarnos de júbilo con la creación entera porque Dios al fin ha manifestado su voluntad; se presenta un acto que resalta el momento de la resurrección de Jesús. Estando todo en silencio y a oscuras todavía, entran las mujeres que buscan a Jesús, llorando y el soldado que vigila la entrada del sepulcro, ahí se encuentra en su tarea asignada; pero, es un soldado romano muy particular, también él espera en la esperanza, por eso se atreve a reclamarle a Dios en su desesperación.
          La esperanza de aquellos que creyeron en éste hombre no está perdida, algo sucede, hay humo, luces cegadoras, estruendos, algo sucede en la tumba, Jesús está vivo, ha vencido la muerte. Dios por fin dijo no a la ignominia, ahora con alegría, jubilo, alabanza y gloria nos unimos al universo entero que esperaba en aquel que haría todas las cosas nuevas, se ha cumplido la promesa; nuestro Dios, es un Dios de esperanza, por fin hemos comprendido su forma de actuar. Ese mismo que ha resucitado por la mano poderosa del padre en el Espíritu Santo, pues, Jesús ha resucitado y con Él nuestra esperanza, ahora se desplaza en medio de la gente, los abraza  como haciéndoles ver que es verdad, no es una ilusión, está en medio de ellos y por eso lo reciben con mucho agrado, responden a sus abrazos.
           De aquí en adelante, la liturgia prosigue como está estipulada. El gran acontecimiento del gozo pascual, llena de alegría a los que desearon vivir esta experiencia del sábado de Gloria. La alegría embarga nuestras vidas, porque no ha sido una noche perdida. El fruto de la semana mayor, lo recogemos hoy, con la gente conmovida por este gran acontecimiento, el Dios que estuvieron buscando durante la tarde del viernes y todo el sábado, ha respondido, el Padre se ha pronunciado, por fin respondió a la esperanza de muchos y ahora la gran esperanza está en medio de ellos, camina junto y con ellos, lo sienten en sus vidas.
          Es una noche de resurrección que recoge todo el arduo trabajo de quienes estuvimos tras bastidores para que fuera una gran experiencia, la de “Semana Santa”, tanto para quienes asistieron a cada uno de los actos programados, como para nosotros que teníamos el reto de no solo llevarle a la gente una experiencia, una vivencia; sino que también debíamos sumergirnos estas dinámicas transformadoras y salir revitalizados con estos acontecimientos de fe y encuentro con Dios en nuestras vidas.

          Ya bien nos recordaba nuestro Padre Fundador una experiencia como ésta, que se encuentra bien recogida en la oración Filial y apostólica al Corazón de María: Madre guárdame, no sea que anunciando a otros el Evangelio, quede yo excluido del Reino”.


Diácono Nestor Calderón cmf.










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